miércoles, 21 de octubre de 2009

Best Friends Forever: Amistad atemporal


Cuando abre el tema "24" el álbum "Romance Conflict Adventure" de Best Friends Forever (o, siguiendo la tendencia; BFF); uno se pregunta cuán lejana puede llegar a ser la mirada retrospectiva de esta cajita engañosa llamada pop. Y, casi esbozando una sonrisa, se deja uno engatuzar por las dinámicas, disparatadas, mutantes, y geniales melodías de este trío. Y ya cuando aterrizamos en "Handpocket", estamos absolutamente encantados con su canto geminiano, femenino, juguetón, de siquiátrico en navidad.
Best Friends Forever es un trío que realmente hace gala de la idea de que "menos es más": un claro órgano transversal en la mayoría de las canciones; un bajo pulsante, casi arrítmico a veces, pero siempre desafiante; y una batería que no sufre de pánico escénico al quedar muchas veces en primer plano, apoyando de manera desnuda a ese par de voces que casi, casi construyen un declamatorio melódico; en el borde del abismo del rapeo y de la canción que necesita todas las palabras del mundo para decir lo que desea, que se desborda de planteamientos hilados en una melodía que la alberga tan rápido como la arroja a otra línea tonal.
BFF es exagerado, dramático, patético, cambiante, es un rompecabezas con muchas piezas multicolores y fosforescentes. Con claros guiños a música pasada sin ninguna vergüenza de mostrar esos tesoros, como en "Ghost Song", con su rapeo ochentero que te hace ver si realmente es el mismo álbum aún.
Es menester decir que el disco entero no es una joya completamente pulida, y hay unos pequeños tumbos, grietas y demases. No es redondo, pero cuando escuchas canciones como "Eisenhower is the Father", o la cuasi épica "HWF" con su temible coro, que pareciera generar una fobia a la rutina ("good morning, good afterNOON, GOOD NIGHT!!!!, good morniiiiiiiiiiiiiiiiiiiing again...) se es capaz de perdonar esos baches. Dan ganas de hacerse amigos para siempre de este trío.

martes, 4 de agosto de 2009

La extraña asociación entre La Historia Sin Fin y los Puentes sobre Madison


Sí, también pensé que una idea que relacione estas dos películas es bastante absurda. No obstante, no pude dejar de pensar al ver esa prístina historia de amor incompleta donde actúa este singular Clint Eastwood (un hombre que se ha ganado todo mi respeto y me sacaría el sombrero vaquero que no tengo delante de él) y la historia de Sebastián, traducida al celuloide del relato de Michael Ende.
Para empezar, ambas son adaptaciones literarias. Y, bellamente, ambas son metalecturas: en ambos filmes somos partícipes de la lectura de otra historia. Esta suerte de matrushka literario-fílmica nos deja con, al menos, dos historias dentro de cada película: la del lector o lectores y la historia en sí. En un caso una se nutre más fuertemente de la lectura ya que es elemento fundamental para cambiar el epílogo de la misma (La historia sin fin); sin embargo, la lectura por parte de los hijos de la madre (cuasi) adúltera también es decisivo para completar el ciclo y terminar con sus cenizas flotando junto a su ser amado. Y con ello dando a entender que la armonía ha regresado y que el propósito de ella con sus cuadernillos de notas se ha cumplido.
Otro hecho interesante es cómo se resuelven las tensiones dentro de cada narración, esos paréntesis donde los lectores de ambas obras comentan sobre ella o se vuelve a ellos para agregar información o para mantener la tensión, esas pausas son interesantes y a la vez, nos crean un enganche aún más fuerte por conocer lo que viene.
Y, por qué no notarlo, ambas son historias de amor quebradas e incompletas: la princesa nunca se queda directamente con Sebastián; él se a va a volar en su dragón para seguir armando Fantasía, y Robert nunca vuelve a ver a Francesca hasta su muerte. Y si estas son historias de amor que se guardan con cariño y encomio, quiere decir que hay algo mucho más interesante, adorable y mórbido en el amor que nunca se concreta que en el que sí.
Me gustaría ver a Robert sacando fotografías de las tierras de Fantasía tomado de la mano de Francesca, mientras Sebastián saca de paseo a la princesa en aquél veloz caracol a cruzar el puente de Madison.

martes, 7 de julio de 2009

Instrumentos: 1.- La Guitarra



Cuando ya pensaba que nunca más escribiría para este blog, de pronto se dieron las posibilidades de continuar.
Voy a proseguir estas entregas hablando ya no de bandas ni críticas de ningún tipo; desde ahora me referiré a los instrumentos musicales que han llamado mi atención, desde una perspectiva más bien personal, aunque trataré de añadir algún dato interesante y contingente.
Comencemos, pues, con la guitarra. He encontrado unas interesante información acerca de la etimología de la palabra guitarra:
El diseño del instrumento es una evolución de la chítara romana, pero la palabra "guitarra" nos viene del árabe gitara. Es interesante notar que ambas palabras chitara y gitara vienen del griego kithara.
Pero volviendo a la parte subjetiva y personal de esta entrega, he de decir que la guitarra siempre ha tenido una ambivalencia para mí: por un lado es un instrumento intrigante, lleno de posibilidades y texturas, simple de comenzar pero complicada y enrrevesada de continuar, un camino largo y sinuoso, como su propia forma, toma el que decide hacer de la guitarra su compañera de sonidos.
Por otro lado, la guitarra tiene esa vulgaridad exagerada y muy determinada por los medios de comunicación de masas y otras vituallas que le han dado siempre ese cariz de carretera, joven, rockera, dispuesta a ser magullada y destruída, una suerte de ramera bohemia y masoquista.
Mi primera guitarra, que me acompañó largo tiempo también, fue la guitarra que le regalaron a mi padre hace sus años ya. Recuerdo el dolor en las yemas de los dedos a medida que me familiarizaba con sus posturas; con el grosor de sus cuerdas, con la extrema diferencia entre cuerdas de nylon y metálicas, en fin.
Lo más bello fue, sin lugar a dudas, empezar a tocar las primeras canciones: cómo los rasgueos contínuos y arrítmicos empezaban a formar una canción con la cual cantar por encima de ese acompañamiento de 6 cuerdas. Y para qué decir el hecho de sacar tú mismo tus primeras canciones, entender las malignas (y borrosas) notas sacadas de un cancionero o impresas en unas hojas sueltas. Para qué hablar de la gracia y la dicha de poder acompañar una fogata con un montón de canciones y darle a esa reunión un carácter lúdico y preciado al realizar esa vieja tradición de alzar la voz, tratando que suene melódica. O las primeras bandas con la guitarra eléctrica al hombro y los destartalados primeros amplificadores o el equipo de audio de la casa, donde los parlantes llegaban a rechinar por el volumen. O ya las primeras composiciones propias, los ejercicios de escalas, el uso del capodastro, saber afinar de oído, y tantas y tantas situaciones vividas con esa amiga, a veces hasta pareja que era (y es aún) la guitarra.
Creo firmemente que aún no hay nada más bello que una persona tratando de sacar sus primeras notas en una guitarra cualquiera. El esfuerzo y la tenacidad bien valen ese tesoro oculto que entrega este instrumento cuando se le empieza a descubrir.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Javiera y Los Imposibles y su Triniton a Color




Sí. Se le puede criticar tanto a esta banda. Pero siempre tiendo a pensar que son un gran referente del pop que puede hacerse en Chile.
Este "A Color" comienza muy bien. Con "Soy tu Agua", esa canción rápida, reflectante, con sus frases entre Budistas y Reversivas ("Sed, yo te beberé") impone, claramente, la buena nueva en la que estaba esta agrupación. "Fiesta" suena aún más convocadora, con su estética Disco, sus correctos colchones de cuerdas y sus oraciones limpias y llenas de metáforas ("Te aúllan mis dedos", "Fiesta de almas", etc.). De este punto en adelante, dos serán las influencias principales en las composiciones de Javiera y compañía; Blur y Babasónicos (curiosamente ambos con B). De los primeros está esa desfachatez entre pop y rock-Brit, sin la incursionadora guitarra de Coxon, pero con la guitarra de López que también es cueca. De los segundos hay esa parsimonia en las baladas (como en "Ayuda", con esas clásicas frases a la postre de Babasónicos: "Ayuuda profesional..."); o para qué hablar de sus instrumentales, como "El Elefante", que son casi calcadas de la banda trasandina.
Y ya que estamos en esos rumbos, a Javiera aún no se le pasa el llamado "efecto Henríquez", i.e., esa búsqueda de frases contradictorias del tipo "cuando quiero agua ya no tengo sed", o cualquier retruécano de esa estirpe. Pero en esta banda, ya suena más a cliché que a una búsqueda efectiva -que, por cierto, hace rato que está muy gastada.
Lo bueno: ese pop bien estudiado de sus referentes, esas ganas de no sonar chilenos. Aunque pequen en el gran abismo en el que caen mucha bandas que van a por algo: que tienen esa mala ocurrencia de no resolver nada, ninguna melodía, ningún grupo de acordes, como si supieran de antemano que la audiencia se aburrirá.
De que hay temas que sobran, los hay ("La Luz", "Tal vez, quizás", etc.). Pero hay unos imprescindibles, como "Euforia", que logra resumir lo mejor de su influencia Bluriana, pero bien escueta y con gusto. O la bonita balada que le sigue "Perdón de Dios", que logra llevar la melodía a cotos hermosos, y en la que Javiera sabe guardar sus tonos altos. O "Cuerda para Atarte", con sus guiños electrónicos.
Caso aparte es "Bossa", un estilo que seguirá a Javiera en el próximo álbum "El Poder del Mar". Lo raro es que esta bossa nova es casi una plataforma para deformarla y ver que pasará con ella. El experimento podría ser peor, de cualquier forma.
De todas maneras, es un álbum con garra. Que no logra darle buen escape al anterior "La Suerte", que puede ser el mejor álbum de estos chicos. Al menos su mejor canción "Proverbios" se encuentra ahí. Aunque el resultado es colorido, colorinche, colorado.

jueves, 11 de octubre de 2007

Schroeder y Ludwig Von Beethoven



Esta linda, linda pandilla nacida de la inspiración de Schultz poseía extravagantes (por decir lo menos) personajes.
Y es Schroeder, ese niño rubio, el encargado de brindar y traer a colación la parte más bonita y altruista de lo que acá conocimos como "Charlie Brown" o "Snoopy": (notas al margen: el título original de la tira cómica y dibujo animado era "Peanuts" (Maníes) y Snoopy, es fizgonear o fizgón) La música clásica, así como en Tom y Jerry, por decir algo, era brindada por este neurótico personaje siempre ensayando sus eternas sonatas o conciertos de Beethoven.
Gracias a ello, muchas personas que cuando niños vieron este programa, terminaron amando la música de este salvaje Romántico decimonónico.
¿Qué más agregar? la mezcla es de tanta elegancia y tan buen gusto, tan inspiradora. Este pequeño niño, guardando en un closet una gran cantidad de pequeños pianos y bustos del compositor.
Como agregado final, dos cosas: Muchas veces Charlie Brown quedaba extrañado de cómo podía sonar tan bien un piano de juguete con las teclas pintadas ("Hay que saber manejar los tiempos" fue la magnánima respuesta de Schroeder, quien escuchaba la Novena Sinfonía con un sobretodo, porque ciertas partes le daban escalofríos); y les dejo un pequeño obsequio: la primera parte de "Play it again, Charlie Brown" -son 3- donde Schroeder deleita con sonatas de Beethoven.
Grande entre los grandes, Schroeder.

jueves, 4 de octubre de 2007

The Most Serene Republic, sacando algo del pantano de la mediocridad


Me gustaría mucho decir que durante este tiempo he encontrado música grandiosa, relativamente nueva, y de grandes probabilidades de optar a un puesto entre aquellas formidables músicas que nos acompañan.
Sin embargo, con un dejo de apatía he de ser honesto y decir que casi todas las bandas y solistas que me he dado el tiempo de poner atención auditiva son, más que menos, basura. Le intenté dar un giro liviano para que no suene como lo que es, pero es así la cosa.
Toda la esperanza recogida, acumulada durante el 2006, se ha disipado al escuchar más bandas de ahora. Todas saben insípidas y repetitivas de motivos que el año pasado al menos, sonaban frescos y altamente altruistas, musicalmente hablando claro.
De toda esta villanía musical, rapiña de otras eras, al menos en algo se salva esta bandita con su "Population" (2007): Tienen tintes a the Fiery Furnaces, a ciertas bandas frescas como Mercury Rev (cuando eran frescos), hasta a L'Altra por los juegos vocales.
La fusión es agradable: vientos, rápidas melodías pop, matices de folk, y un laaargo pastiche maneja el timón de esta agrupación.
No es la invención de la rueda, pero está interesante. De todas maneras, una bruma espesa se cierne sobre las posibilidades de la música de estos tiempos. Es mejor escuchar algo como Canto Antiguo Español del Siglo XV. Más algo de R.E.M.

sábado, 22 de septiembre de 2007

La Espera y la Modernidad



Durante estos días, el MP3 player y yo hemos estado gastando o pasando una considerable cantidad de tiempo juntos en viajes de distinta índole y en esperas de ídem.
¿Qué es la espera? El Pequeño Larousse (aquél que firmó la celebérrima frase: "Mamá, lo sé todo") la define como "Tener esperanza de algo. Permanecer en el sitio donde se cree que ha de venir alguien o suceder una cosa. Creer que ha de pasar alguna cosa. Plazo señalado para una cosa".
Esperar es algo muy humano: basta conque una persona llegue después que otra e instintivamente, sin mediar palabra, se ponga detrás de ésta, formando así la denominada "cola"; los otros, a medida que llegan, cumplirán con el ritual de ir poniéndose atrás del último y etc. Ese acto es rotundamente humano; las bestias se lanzan todas en picada a su presa, no hay una fila para tomar el alimento.
Se espera, se espera. Se espera para nacer y para morir. Se espera por el fin de mes, por el fin de semana, por las vacaciones y por el fin de estas, por el fin del semestre y del año. Se espera para que algo comience y algo termine. Se está en el tránsito entre esperar y volver a esperar.
La Modernidad, siempre atenta a cualquier indicio para sacar provecho de éste, toma ventaja también de la tediosa e inevitable espera: mp3 players, celulares con juegos, cámaras y vídeo, psp para jugar en forma portátil, etc. Ya desde el pérsonal estéreo y el tetris a pilas que la cosa se dirigía a aquella dirección.
Las consecuencias que genera el entretenerse durante la espera van en pos de una revalorización de la individualidad: ya no me molesta esperar mientras me tengan mi música, mis videos, mi tele portátil, mis juegos favoritos. En resumen, mientras mi mundo y mis exigencias sean portátiles, no me crea un trauma ni me vuelve un ente enfurecido el hecho de esperar.
Unos esperan que acabe el día y otros la noche. Unos estarán felices que acabe el invierno y otros esperarán por el fin del verano. La espera, esa palabra corta por esperanza, viene en cada momento a susurrar que ha llegado a quedarse. Todo por esta nueva paciencia tecnológica que nos adormece.