viernes, 17 de agosto de 2007

En Busca de lo Puritano en lo Americano (Parte 2)





Tras el desembarco y la puesta en marcha de su proyecto profundo, los puritanos denominaron al lugar en el que se establecieron "Nueva Inglaterra", la ironía era clara: los autoexiliados de Inglaterra estaban re-creando su propio mundo en un espacio al cual ellos no les interesaba, ni les creaba remordimiento instaurar en un lugar que les era desconocido e impropio un hogar reconocible sólo para ellos.
La intolerancia y el ostracismo se presenta de manera salvaje, confrontacional, y muchas veces irracional: los elegidos no pueden ser tocados ni derrotados por nadie, de lo contrario, perderian su calidad de elegidos. Es por ello que hordas de gente que abrazaban otras formas de religión, i.e., Cuáqueros, peregrinos y anabaptistas, por nombrar sólo algunos, fueron marginados o asesinados directamente para no manchar la inmaculada tierra puritana. Bajo estos preceptos se generan situaciones como la quema de Brujas en Salem al comienzo del siglo XVII. Nada puede detener la unión de la Providencia y los suyos, nada puede detener el progreso de la riqueza económica. Y a raíz de esto, es que esa extrema individualidad es el elemento arquetípico de lo que conocemos como "lo Americano": Lo vemos en todo lo exportado: Batman, el Hombre Araña, Bruce Willis en "Duro de Matar", o el máximo modelo de ello, Clint Eastwood -paradójicamente, el cinematográfico gran conquistador del Oeste tiene la palabra "Este" en su apellido- todo apunta a este ser solitario, en un mundo adverso, dispuesto a hacer lo que sea con tal de sacar adelante su empresa. La empresa. La que originalmente apuntaba a ese destello que solía indicar la buenaventura del Señor. Pero como bien advierte de forma excelsa ese genio que soportaba sobre sus hombros toda la crudeza y belleza del pueblo Ruso como Fiodor M. Dostoievsky: " Quitado Dios todo está permitido". Al perder la conección entre el beneficio material y la grotesca manera de verla como el resultado de la Providencia, el Americano quedó, lisa y llanamente, esclavo del exitismo, del individualismo, y del progreso, pero ya vacuo, sin ninguna meta, sin saber dónde dirigir esta voluntad poderosa a salir adelante ante todo. Y, a raíz de ello, es que se piensa que Elvis Presley o Bill Gates son modelos a seguir.

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