martes, 30 de enero de 2007

Concierto de audición para cátedra de órgano: Un fiasco



El órgano y, sobre todo, el órgano "de Iglesia" es, sin ninguna duda, un instrumento llamado a ser majestuoso. Desde su complejidad -sincronizar manos y pies-, hasta su estructura misma -esos tubos gigantes ornamentados con teclados grandes y diminutos- es un ente que despierta reverencia.
Atrapado por ese sentimiento muy razonable, me dispuse a visitar una hermosa iglesia capitalina para dar a mi sentido auditivo una clase de buen gusto. Se prometía J.S. Bach (¿quién si no para una obra para órgano?), algo de Telemann, Pachelbel, Zipoli, y cerraba este concierto el maestro para el que se audicionaba con un compositor, para mí desconocido, llamado Fletcher.
Tremenda, terrible fue mi decepción: los dos primeros postulantes ni siquiera parecían tener alguna noción rítmica, y, lo que fue peor, mantener en alto al menos la línea melódica principal (todos sabemos que el contrapunto barroco, bla, bla, bla; no nos vamos a poner a vernos la suerte entre gitanos). No pude determinar si era gente muy joven (difícil distinguir a alguien entre ese bello armatoste de tubos), o era gente de una patudez extrema, porque la situación bien parecía de esas clases de teclado Yamaha siguiendo el demo que poseen en su programa.
Al final, pensé que el maestro saldría del embrollo con alguna obra que nos sacara el amargo gusto de boca; en vez de ello, pareció dar cátedra de mal gusto y pirotecnia con un sinnúmero de acordes potentes y largos para una "toccata" que, en mi humilde parecer, no aportó nada ni supo entregar lo delicado y maravilloso de ese grandioso instrumento.
Una pena absoluta; lo raro es que la gente siempre aplaude, como si fuera una convención que porque alguien termina de tocar, hay que aplaudir. Sin siquiera cuestionarse si gustó o no. No puedo darme esas gratuidades.

domingo, 28 de enero de 2007

Royal de Luxe en Santiago; diagnóstico al verano capitalino















Aclaremos: el verano en Santiago es lo más cercano a, digamos, inyectarse aire en una vena. Y segundo: sé que esto sería una columna de música, pero uno es humano, y no hay nada más humano que la disgresión.
La compañía Royal de Luxe viene de tanto en tanto a la capital de Chile, alguna razón puede ser la extraordinaria convocatoria que tiene siempre.
En fin, lo que ha acontecido estos días en santiago es lo más cercano a juntar un poco de todo de lo que puede denominarse una espectáculo a gran escala: histeria colectiva, desórden público, robos, niños perdidos, comercio ambulante, y para qué seguir. Pero lo medular, e intrigante, es que esta compañía ha sabido generar hordas (multitudinarias hordas) de gente que desea verlos, ocupando un artificio tan antiguo como la narración oral: las marionetas, artefactos dotados de "falacia patética", convertidos en seres dotados de vida. ¿Qué es lo mágico?, simplemente, todo: uno llega a olvidar que hay gente detrás de estas cuerdas, embelesado, obnuvilado por la magnífica manera de mimetizarse de estas marionetas con nosotros. Espejos pequeños o grandes (como en este caso) de nosotros, todos jugando a vernos en el ideal de una historia mágica, de un cuento que, de tan fantástico, se vuelve lo que se repite siempre de una buena narración, la hija mimada del mito. La gota de imaginación que permite seguir soportando su enfrentamiento con la convención.
Y claro que es una locura ver tanta fascinación mezclada de forma cruda con llantos de niños buscando, personas con ataques de pánico y agorafobia, discusiones por el espacio, por el calor, por la imposibilidad de llegar a un buen sitio de observación. Pero también nos lleva a la idea de que la gente aún quiere entretenerse, aún quiere maravillarse, aún le ocurre algo con cierta magia perdida entre bites y cuentas corrientes. Algo así como un atardecer con marionetas gigantes con un telón de fondo que espera no volver a ser bombardeado.

viernes, 26 de enero de 2007

Acontecimiento plañidero de belleza...

Acontecimiento plañidero de belleza; salir más temprano del trabajo, irse caminando a la casa, recibir un mensaje del ser amado, contar 23 gatos en el camino, despreciar el verano pero querer la luz del sol, e ir escuchando sigiloso pero contínuo a este proyecto llamado Guther y su álbum "Sundet" (2006).
Julie Guther y Berend Intelmann dan vida a este dúo. Anteriormente registraron "I Know You Know" (2003), de factura parecida pero este "Sundet" parece llevarse las palmas por esa incursión absoluta por el pop sin temor a diluírse entre tanta bonita melodía. Guther sabe correr entre flautas, sonidos electrónicos, guitarras distorsionadas y una larga amalgama sonora. Especial atención a su dinámica, a esa manera de pisar el acelerador de manera precisa y volver a esa velocidad casi neutra que se agradece entre tanto día de despertador lacónico y anticlimático.

jueves, 25 de enero de 2007

The Notwist: Al fin!!!!! (o en fin...)


Anécdota proto-real: Pleno 2003 (qué lejano se vé ahora), en mi ocio porteño me decidí a grabar ciertos programas de esa radio mal llamada de culto que es la Valentín Letelier (97.3 f.m. estereo en Valparaíso). En una de esas dejé grabando mientras iba y volvía, en esas vueltas que uno sabe cuando se va, pero no cuando vuelve. Al volver, revisé la cinta y estaban varios temas de una banda que ahora diría, suelto de cuerpo, indietrónico: pero en esos tiempos no sabría clasificar. Y vaya que gustaba de esos temas. El tiempo pasó y reconocí ese estilo en una banda de la cual ya he comentado llamada "The Postal Service". y me refugié en la idea que esos temas les pertenecían, pero no daba con ellos. Opté por pensar que pertenecían a un E.P. o single que nunca escucharía.
Gigante fue mi sorpresa mientras buscaba gente afín entre Cat Power y LaliPuna al dar con The Notwist; el nombre incluso sonaba a esas asquerosas, vomitivas bandas de ahora que gustan de ese sonido metalero. Pero me arriesgué por ello; -nota al margen: confié en el título de una canción llamada "Pick up the Phone", que solía ir en el estribillo de estos temas perdidos en el cassette-
Qué glorioso momento fue volver a escucharlos y saber que esa banda si tenía nombre, y que éste era The Notwist.
Son unos alemanes (Münich) que se aplicaban al Hardcore, pero oh! sorpresa, se pasaron a la indietrónica y a un pop elaborado. Este álbum "Neon Golden"(2003), es bastante bueno; aunque peco con esta nostalgia amnésica y no sé si atribuirlo a ello o es que realmente son un gran grupo. Y en realidad, no me importa. Qué bonito es The Notwist. Qué bonito es volver a encontrarse con cosas bellas que se creían perdidas. Los que gusten de caminar me entenderán.

miércoles, 17 de enero de 2007

Contriva: En la etérea atmósfera del pop

Este cuarteto de Berlín es lo que uno quizo, deseó dejarse hacer por la música; ese aire hondo dentro del pop, lo ambiental y la experimentación. Y da pena casi, que sólo tengan dos álbumes y un compilatorio, siendo que nos vienen con sus dádivas sonoras desde mediados de los '90s. Contriva es caleidóscopico pero directo hacia el oído: se forma, reforma y deforma gracias a sonoridades siempre envueltas en esa sutil, dulce y ajustada guitarra(s).


Escucharlo no daña, sino que tiene esa comunicación directa y gentil hacia algo en común que no se reconoce razonablemente pero que se deja entrar como alguien de rostro familiar. Y su melosa, entrañable voz habla armoniosa de cosas que se están dejando perder y que gustan de ser buscadas. Y son melodías de niñitos de hospital, de días enteros en el campo, de recoger piedritas en el sol.


"If you had stayed"(2003) y "Separate Chambers"(2006) son las neo-cajitas musicales de estos días. Un verdadero refugio para tanta mala música que sólo sabe aporrearse, golpearse a sí misma. Contriva sabe a algodón de azúcar.

domingo, 14 de enero de 2007

Misterio Relámpago por Rosario Bléfari: ¿¿Y Esto??



Cosas que aclaran otras: mientras juraba, a pie juntillas, que "Estaciones" (2004) era el nuevo disco de esta gran cantautora, ex-Suárez (qué maravilla de banda, talvés demasiado incomprendida en su época); no era sino este "Misterio Relámpago" (2006) el nuevo álbum de la susodicha. Y, como su título, desemboca en una luz cegadora, potente y oculta.

Y eso que comienza tan de pronto, exactamente como el título de la primera composición "Accidente". Y el trabajo se desarrolla así; rápido, sin pausas, vertiginoso, con ganas de decirlo todo de una vez. Como, justamente, en el tema "De una Vez" ("No vayamos más por partes/hagámoslo todo de una vez"). Hay guiños al rockabilly, al pop de bólido, a guitarras de punk lúdico e infante.

No por ello hay que pensar que nuestra Rosario dejó de lado su absoluta desilución y depresión: ahí están omnipresentes en "Cuaderno", o la misma "Accidente", "Desubicado" o "Tuya" ("Me desanimo fácilmente"). Claro, ya no están esas minimalistas baladas y todas las guitarras están siempre ahí, fuertes, ruidosas, y entrometidas; al parecer son las letras y, sobre todo, la forma de evocarlas lo que las devuelve a esa tristeza absoluta.

Decir que la Bléfari está bien, mal, que es pendejona, que ya perdió su "don", es ordinario. Es una muchacha que sabe esgrimir su guitarra y sacar esas canciones bien tejidas con letras que se agradecen en la soledad del alma. Dicen que actúa en aquellas películas de cine Argentino,mmmm, no he visto nada.

martes, 9 de enero de 2007

jueves, 4 de enero de 2007

Compil' Nouvelle Scene Francaise Feminine: Ou la-la!

Escena: Pleno siglo XXI, Francia. Un puñado de mujeres pletóricas de ideas ingeniosas, siempre en el ámbito musical, se lanzan a los cuatro puntos cardinales a re-descubrir esa tan manoseada "música Francesa".
Este compilado -sin aparente fecha concreta, pero de este siglo- viene a demostrar que Francia vive en su propia esfera, o, al menos, en una globalización tenue. La cantidad de bandas y solistas que aparecen (Agnes Bihl, 90C, Jeanne Cherhal, Olivia Ruiz, Les Elles, Amélie-Les-Crayons, Clarika, entre otras) vienen en pos de esta "re-valorización y re-descubrimiento" de su música autóctona, folclórica, bohemia y llena de ritmos en 3/4 y acordeones.
El resultado es singular, poderoso y descollante de belleza. Prístino hasta el cansancio. Y uno, sin siquiera tener un básico nivel de Francés, disfruta hasta el paroxismo de esas vocalizaciones tan teatrales, histriónicas, de esas voces llenas de melodías tiernas, abruptas o escandalosas, pero siempre creativas hasta la médula.
Desconozco si es fácil o difícil de encontrar este compilado, pero de que va y viene en los clásicos programas de descarga, va y viene. Ahora, encontrarlo original, empacadito y con sobre mmmmh...
Chapeau! por esta gran escena femenina francesa; intentaré deshilvanarla en futuras entregas, sin prometer nada; prefiero llevarme por la "emoción del momento".

miércoles, 3 de enero de 2007

Pasado: The Shangri-Las




Vaya!!! Cuánta agua ha pasado desde que perdí posibilidad de seguir con mi espacio de MSN, encontrar un espacio en Blogger, y volver a escribir ese puente entre el pasado y presente de la música de chicas-chiclosas. Incluso llegué a pensar en pasar de largo y poner en el tapete lo que me concierne ahora; pero nobleza obliga.
The Shangri-Las son este grupo de chicas sesenteras jugando entre melodías (ahora) añejas, entre juegos vocales y coros largos. Con ese guiño absoluto a los '50s, The Shangri-Las se mantiene bien, en el sentido que el Pop entusiasma y todo. Ahora hay también un pequeño dejo de experimentación; entre grabaciones de ruidos, citas a Chopin, monólogos, etc. Y una pequeña declaración feminista.
Al menos, dan ganas de mover los pies... en honor a la verdad, ya estoy tan imbuído en otras cosas, que re-revisar a The Shangri-Las es como ver fotos antiguas donde no sales.

Presente: The Pipettes




Extrañamente me he visto envuelto en comentarios de música que se entrelazan, se complementan y (también) se miran con recelo o envidia. En este particular caso, veremos lo que ha acontecido con ese pop tan particular y alegre como el conformado por las bandas coreográficas de mujeres. De Brighton, Inglaterra; pleno siglo XXI emerge este trío de muchachas apelando al pop chicloso, sobrio, y, por sobre todo, altamente refrescante. "We are the Pipettes" es el nombre del debut y remite a esa gran camada de bandas de mujeres cantantes de los '60s, especialmente a The Shangri-Las que (sorpresa) serán nuestro tema de la próxima entrega.
The Pipettes es tan efectivo que sería de mal gusto criticarlas. Son tan rítmicas, tan compuestas, tan melodiosas que es menester deleitarse con tan buenas composiciones. Hay algunas que son peores que otras, y algunas muy más mejores que otras. Y en esa bipolaridad se compensan. Pero tiende a ser más homogéneo que esos compilados de bandas realizados con cualquier criterio.
Todo bien con The Pipettes. Alegran tardes.

3ª Entrega de bandas lentas: Low, el epítome





Low, ah sí. Cómo no hablar de LA banda de este estilo. Minnesota, 1994; fecha y lugar del nacimiento de este trío. Gran trío. Hay un disco en particular que, personalmente, es eterno; "The Curtain Hits the Cast" (1996). Es cierto que es necesario advertir que su llegada al siglo XXI ha sido, como mínimo, cuestionable. Pero con habernos entregado álbumes como "I Could Live in Hope" o "Things We Lost in the Fire", es perdonable eso y mucho más. Low es "la" banda de estos parajes en cámara lenta. Hasta su respiración es meditabunda, casi moribunda.
Low es anti-rock, anti-contemporáneo, anti-apuro. Es una partícula etérea irguiendo sonidos que tardan una vida en morir. Debe ser, probablemente, la banda más original desde mediados de los '90s. Y es cosa de tiempo (como tiempo necesitaron, digamos, Pixies para ser la banda que influenció eras) para que se vea el verdadero estrago que esta forma de hacer música pueda ocasionar. Ya está Barzin para verificarlo. Monstruoso Low, conditio sine qua non de la música original.

2ª Entrega de bandas lentas: Barzin: Lento descenso al...


Letanía es el tópico recurrente en Barzin H., maese de ceremonias de este genial proyecto de Toronto llamado, casualmente, Barzin. Las notas flotan despacio para entrar en el espacio; la voz se transparenta, las cuerdas son atizbos sonoros, todo desemboca en un profundo pozo de lentitud. La lámpara de aceite con la que se desciende a las profundidades de los tiempos.
Poniéndome más pedestre, hay 2 álbumes recorriendo esta esfera: "Barzin"(2003) y "My Life in Rooms"(2006). Ambos son parte de una misma concepción; pareciera que uno es el otro. Las canciones son lánguidas, desaceleradas y preciosas. Lo inteligente y excelso es que las letras acompañan la atmósfera creada. Algo no difícil de creer si sabemos que Barzin es amigo de esa pareja que conforma Low. Por cierto que hay un compartir esta visión lenta de la música; donde el silencio y la letanía espetan, conjuran mucho más que el ruido y el apuro.
Barzin es la espera, un reloj con malas baterías. Y se vuelve a la idea que el concepto de tiempo -desviado de su convención- se vuelve único, mágico. Algo que sin duda esta música intenta volcar.

1ª Entrega de bandas lentas: Beach House: En la playa en Otoño




Este singular dúo (Alex Scally y Victoria Legrand) de Baltimore, Inglaterra es la imagen perfecta de una casa en la playa en pleño otoño: la bruma se apodera del lugar, la niebla vuelve imperceptibles las cosas, los sonidos se vuelven apagados y lejanos. Ellos suenan añejos, como el oporto o el ajenjo. Olviden la furia, el desengaño de esta época: en Beach House ni siquiera hay nostalgia, porque están en otra época; suenan a cualquier tiempo menos éste. Los órganos, teclados, baterías electrónicas, voces y guitarras se han teñido de una era donde todo vuelve a ocurrir. Una cajita de música con telarañas y todo.
Sucede con Beach House todo lo que no acontece con las bandas de hoy: la parsimonia, lo cansino se vuelve crucial; la piedra angular de la música: todo se despoja de su utilidad y de su apuro. Todo se trastoca y el tiempo vuelve a ser un ser de humo. Ha llegado el instante, el tiempo que rige el corazón.
Es difícil seguir tratando de poner en palabras lo que gatilla una banda como ésta. Es un imperdible y debe ser escuchado. Y esperanzarse de que sigan por esta vía; que una mala maniobra no les lleve a acelerar las cosas.

Imitation Piano Electric: Donde hubo fuego...



La rama más poderosa que escapa de ese árbol que parece secarse llamado Stereolab es Imitation Piano Electric. Ideado por Simon Johns, el multi-intrumentista de la mentada banda, Imitation Piano Electric parece empezar donde Stereolab termina pero, a la vez, parece ir más atrás. Me explico, donde en Stereolab se vuelca el avant-garde, el pop sicodélico, el futurismo por llegar a algún concepto; Imitation Piano Electric despega con el rock espacial, las estructuras rítmicas, y porqué no decirlo, el rock progresivo. No se alarmen, no es algo que les haga mal. De hecho, Imitation Piano Electric parece haber dado en el clavo -un poco oxidado talvés- con el reemplazo de estilo. Y le juega bastante a favor. A ello sumémosle la angelical (y británica) voz de Mary Hampton. Lo del "Art rock" queda más que demostrado en "Relatively Good Times", que casi parece hit del '71. Pero en otras cosas como " I Mean Now", "For The Best", o la insuperable "Energy is Beautiful" se decanta por un pop tan exquisito y bien manufacturado, que es obvio caer embelesado.
Por cierto, sólo me he referido a su último álbum. Lo que haya acontecido antes (nacieron el 2001) es para mí un misterio.

Morphine: sí, Morphine



No quiero entrar en el morboso asunto de las extrañas formas en cómo un grupazo como Morphine se ha vuelto de culto: por la muerte de su vocalista y bajista (Mark Sandman) en plena actuación en Roma (1999). Alguien pensará que esto fue sólo una paralepsis y claro, puede serlo.
Pero Morphine, ese trío absolutamente anacrónico, es mucho más que una funesta anécdota del rock; supo hacer música por la que nadie daría un centavo en los '90s en la América que abría sus brazos al rock deprimente y Seattlero. Pero ahí estaban ellos: Bajo de dos cuerdas, saxo barítono y batería; para decir que el blues, el rockabilly, en resumidas cuentas, el rock primitivo y sensual estaba re-viviendo en ellos.
Cuando uno escucha algo como "Honey White" -ese pedazo de canción que abre "Yes" (1995)- se abre una veta que parecía perdida entre tanta guitarra distorsionada: la bruma de un pinchazo de esta morfina; el espasmo plañidero de una canción triste y llena de ritmo; un golpe animal, de fin de fiesta, de Charlie Parker sudando Heroína.
No deseo pensar en el "qué hubiera pasado si aún...", Morphine es tremendo y aún suena tan bien cómo si hubieran sido de los '50s, '80s o de ahora.
Les dejo su discografía, es esencialmente buena, sobre todo la que realmente trabajaron como trío:
-Good (1992)
-Cure For Pain (1993)
-Yes (1995)
-Like Swimming (1997)
-The Night (2000)
-Bootleg Detroit (2000)

Joanna Newsom en Tesis y Antitesis



Vuelvo a re-encontrarme con esta arpista; esta vez en dos facetas contradictorias, pero que dejan ese umbral abierto para darse cuenta que estamos ante una persona que está en la música para la música, no para otra cosa. Vamos, iniciemos por su faceta más reconocible: su segundo álbum como solista titulado Ys (2006) que es una Joanna Newsom convertida en una narradora poseída; las historias son largas al estilo de los poemas épicos, pero con la salvedad que sólo guardan esa similitud. No quiero ahondar en las verdaderas características de lo Épico. Pero estas largas historias, hermosamente decoradas con cuerdas, su arpa, y su característica voz hacen de este registro un imperdible, no hay composiciones que destacar: es un todo.
Ahora, vamos a su cara B: Joanna Newsom participó -o participa, quién sabe- en un trío llamado Nervous Cop que lanzó un álbum debut del mismo nombre el 2003. Y realmente es un giro radical a lo que esperamos de ella, o talvés el giro radical fue su etapa de cantante. No lo sé. Pero este trío es pura experimentación: hay batería, teclados, arpa y ruidos de diversa índole. A ratos parece una clínica de batería, a ratos una banda death metal, a ratos una composición tóxica de John Cage, y hay momentos donde Newsom queda sola con su arpa y son momentos sublimes, de belleza docta. No se sabe dónde realmente está Joanna Newsom, o todas son ella, pero me gusta como un todo.
De todos modos, escucharla cantar es mejor que 4 minutos de alguien tocando la batería ecualizada de una moderna manera.

Don't ever go -or listen to- Downtown

Mis disculpas por el -again- gringazo; ocurre que reflexiono en la música que genera algo tan tóxico e inicuo como el centro de alguna ciudad. Aparte, todo esto, de la nocividad que posee per se, el centro de, por ejemplo, Santiago. Y es que esa majamama, ese pastiche sonoro que se produce en la columna vertebral misma del centro, léase lo adyacente a la plaza de Armas, es absolutamente pérfido, hostil y maligno. Tenemos las bandas evangélicas (rastrojos del Anabaptismo) sonando más decadentes con el mismo lo-fi. Metros más alla, la infal(r)ta(nte)ble banda de chinchineros auspiciando el robo de quienes quedan embobados; un muchacho, con pocas clases de violín en su cuerpo, le saca sonidos al susodicho en una apartada salida del subterráneo locomotivo. Súmenle a esto la, consabida, música del momento en parlantes añejos y saturados que crea una fiesta de la que nadie desea participar, obligada a sonar para matar al silencio que, de nacer, crea algo más inhóspito y horrible: el encuentro con la existencia misma, con el respirar de nuestro cuerpo, algo que nuestro sistema neoliberalista de mercado intenta tapar a toda costa.
La música del centro es violenta, pasajera, animal, pero, por sobre todo, sofisticada en el punto más primigenio de su concepción: es engañosa, va tapando, disimulando, envolviendo lo horrendo, horripilante y tétrico de un mundo que usa como excusa la música para velar el secreto de una vida obscura y llena de recovecos pútridos, lentamente conspirando con la sensibilidad de su hermana primigenia, saludable, prístina y loable que es la verdadera música; y no este engendro veleidoso y engañoso. Nunca escuchen al centro de una ciudad.

Mecano: 2° patita y fin



Después de esta etapa inicial, pletórica de creatividad y de búsquda de identidad; Mecano parece sostenerse en el pilar de su propia música y se desarrolla desde ahí. En consecuencia, pierden la búsqueda en favor de una profesionalización de sus creaciones. Así pasarían los l.p.'s: "Descanso Dominical" y "Aidalai", sin casi contar ese recopilario y parasitario "Ana, José, Nacho". Es en estos álbumes que Mecano se vuelve un grupo serio, maduro, correcto, que lidia con su música folklórica, las orquestaciones, el minimalismo y un largo etc. con el que ganan respeto como músicos e intérpretes, pero pierden ese lado lúdico y absurdo que era definitivamente lo primordial de ellos. No es que estos álbumes sean malos, para nada -especialmente "Aidalai" y algunos álgidos momentos de "Descanso Dominical"- pero esa urgencia de demostrar que eran músicos serios, avocados a una tarea superior, les mata mucho su espontaneidad, su patanez. Vinieron a Santiago en esos tiempos ('92) y dieron un recital al cual asistí y fue más que interesante (bueno, talvés la adolescencia me impidió objetivisar). Su último esfuerzo es decadente y demuestra lo que hace el dinero: el esfuerzo es deprimente. Prefiero pensar en un Mecano que murió con "Aidalai". Sobre todo con una canción como "Naturaleza Muerta"; que es, lejos su mejor tema de esta etapa -sin contar "Quédate en Madrid", el tema más precioso de todos sus tiempos. Especial atención a los que han versionado temas de Mecano: hasta Celia Cruz y Julio Iglesias están en la lista.

Mecano: 1° Entrega o Etapa




La primera -y más brillante- etapa de este trío español abarca desde 1981-82 hasta 1986 con su compilado "Lo último de Mecano". Es brillante, porque tanto la música creada por los hermanos Cano, como las temáticas envueltas en sus canciones son tan extravagantes como hermosas. Como ejemplos tenemos un tema obsesionado con la posible toma del poder por parte de ciertos pinípedos ("Focas"); la resaca ("Hoy no me puedo levantar"); situaciones de crisis en lugares Europeos ("Boda en Londres", "Cenando en París"), la fijación de una persona por escuchar una canción que relata una relación de amor entre un hombre y su creación ("La Máquina de Vapor"); invasiones extraterrestres paupérrimas ("La bola de Cristal"); miradas escépticas a otros países ("Me río de Janeiro", "Japón"); personajes históricos ("Napoleón", "Colón"); y esbozos de declaraciones de principios ("Sólo soy una persona", "No pintamos Nada"). En fin, la lista es tan variada que podría estar muchas entregas en esto. Lo importante es que, a pesar de sus temáticas que podríamos denominar incluso incoherentes, hay una base tan sólida, potente y creativa, que uno se rinde indudablemente frente a estos tipos que estaban re-creando todo. La música es punto aparte: llena de arreglos, matices y dominada por teclados y sintes. Pero en una envoltura ochentera y new-wave. Esta etapa es un imprescindible. Parece una música visionaria envuelta en melodías masticables. Y aún se ven sus estragos. Si no, pregúntenle a Javiera Mena y a otros tantos.

Esquemas Juveniles por Javiera Mena



No hay fecha que no llegue; ahí radica la gracia del tiempo. Y ahora que ya he podido escuchar tanto el disco en sí como la presentación del mismo en vivo; creo tener una visión más completa de este ¿primer? paso de Javiera Mena. Y la primera palabra que se cruza, impaciente, es obviamente, pop. Javiera Mena es una cantautora de pop. Y aquí quiero dejar en claro confusamente que son justamente esas virtudes las que se vuelven falencias y viceversa. Porque al escuchar algo como "Al siguiente nivel", uno se da cuenta que hay algo muy bueno y muy malo escondido en estas series de sintetizadores, en esta nuevamente reconocible, en este encargo unificador con todos. Los temas, de amor, nos juntan, pero nos separan. Porque es un amor adolescente, ideal, el mismo que se gasta con los años y el mismo que uno nostálgicamente quiere revivir siempre. En cuanto a las composiciones, son poderosas, uno podría disolverlas y siempre quedaría una médula soportando melodías; pero es sin duda en los arreglos, esos pequeños detalles y matices, donde Javiera realmente se hace escuchar y donde se le perdonan todas sus falencias o virtudes. Porque a veces que las cosas sean tan buenas y perfectas (como el mismo idealismo del amor adolescente) termina por volverse horrendo. Ansioso de un segundo trabajo.

Tappi Tikarrass: Kola!!!!


Hay tantos puntos mítico-místicos en la historia de esta muchachita Björk que a uno le cuesta creer que algunos sí sean ciertos: Como esta banda anterior a The Sugarcubes iniciada en su natal Islandia a comienzos de los '80s: Tappi Tikarrass.
Anterior a esto (y aquí vuelve el terreno del mito) Björk tocaba (o cantaba en términos estrictos) en una banda punk llamada Kulk; y después llegaría a este grupo precisamente post-punk. Sacaron un álbum llamado Miranda -1983-, el cual es interesante como ver fotografías antiguas: tienen una poderosa nostalgia, y hay gente que uno reconoce fácilmente, hay cosas que aún son queridas, pero fallan al traerlas al presente. No quiere decir que la banda sea mala o plana, pero suena anacrónica. Como era obvio, fue rescatada debido a la popularidad alcanzada por su ex-vocalista y ahora circula un álbum que incluso recopila temas sueltos y etc.
Tappi Tikarrass trae una música que contiene elementos que uno reconoce y siente en varias bandas después de Bauhaus o -siendo más justos con los deudos- Joy Division. Nada nuevo, pero tomando en cuenta el tiempo y el lugar, es una banda que tiene muchos méritos. Pero el tiempo es un tirano que tiende a hacer borrosas muchas distinciones.

Human Switchboard: Who's Landing in my Hangar????




Situémonos: Finales de la década de los '70s, una bandilla llamada Human SWitchboard, bajo el alero de un integrante de Pere Ubu, lanzan su único álbum de estudio (la historia cuenta que tienen 2 álbumes en vivo, pero ni rastro de ellos) "Who's Landing in my Hangar?"(1981). Cuentan con una organista (Myrna Marcarian) y dos muchachos a cargo de cuerdas y tarros. Con fuerte influencia Velvetiana, este grupo se pasea sobria y poderosamente por la sicodelia y un protopunk tan hermoso como rudimentario. Mientras el órgano (Hammond obviamente) entrega una calidez y una desafiante actitud durante todo el álbum. Destacar una canción sobre otra sería absurdo; claro que hay unas mejores que otras, pero el resultado es sublime. Es una lástima que esta banda durara tan poquito. Sería un placer verla aún sacando álbumes y ver qué hubieran logrado hacer con ese potencial. Talvés ahora harían basura, pero buena basura. Que es mucho mejor que lo que ocurre hoy por hoy. Y por cierto, volver a escuchar esas agradables "papas fritas" del disco de vinilo es realmente un gozo especial. Human Switchboard es algo realmente especial, júzguenlo uds. mismos.

The Go! Team: Ponle POP!



Hay algo demasiado fresco, renovado y natural a la vez al escuchar este debut de Go! Team:Thunder, Lightning, Strike (2004). La manera de enfocar el pop -siempre moderno, siempre de raíz, con melodías reconocibles- es original como su manera de combinar melodías de porristas con vientos y fuerza armónica. Hay momentos en que uno se encuentra en una relectura de esos temas instrumentales de películas como "Rocky" ("The Power is On") y es tan agradable, certero y efectivo que uno piensa en lo ajustado de su nombre (Go! Team). Hay que tener especial ojo con ellos, puede ser algo como una bocanada de viento fresco.
The Go! Team proviene de Brighton, Inglaterra. Es un sexteto que gusta de mezclar cosas dísimiles (guitarras ruidosas, cantos de porristas, vientos fuertes, scratches y demases) con un acercamiento, un abrazo de oso al pop.
El resultado es glorioso, bonito y sobrio. Este álbum es una inyección de energía para un día lento y parsimonioso. La mejor cura para una sala de espera. Especial atención con las vocalizaciones de Ninja, uno parece volver a unos '80s ingenuos pero llenos de vida. Y al uso de la armónica, que logra momentos de absoluta belleza.

Artic Monkeys: Demasiado rápido, demasiado pronto



Los anglosajones, admitámoslo, son adelantados: usan ropa de calle antes, sacan sendas carreras universitarias a los 21 años (como historia-literatura-biología con mención en pedagogía), se desvirgan antes, y, claro, forman bandas antes que uno sueñe con comprarse una guitarra de palo. En Sheffield, Inglaterra nace esta banduja de granujas llamada Artic Monkeys. Y con un promedio de 19 años ya tiene un segundo álbum (Whatever People Say I Am, That's What I'm Not) en las bateas. Este álbum es realmente una bomba, tanto, que uno ya empieza a sentir un poco de lástima por ellos; si no generan una reinvención, colapsarán de tanta energía protoadolescente. Y es que la primera tanda de seis canciones es tan insuperablemente rugiente, poderosa, rockera, tan a la vena, que esa frenada en seco que es "Riot Van" jamás permite que el álbum vuelva a despegar. Por ganas no se queda, por algo el pastiche sonoro es tan juvenil; pero no vuelve a ser lo mismo. Como el primer campamento, el viaje de estudios o etc.
Artic Monkeys es una buena banda. Nada que negar. Pero también es necesario pensar como la hormiga que guardaba para el invierno. Y los inviernos musicales son más fríos que la nieve. Mucho más fríos.

Joanna Newsom: barco de papel en el río




Esta muchachilla ha estado revoloteando cual colibrí en este espacio, y ya era tiempo de develar su secreto para quienes no la conocen, y de hacer un poco de justicia para quienes si la conocen. Hablar de Joanna Newsom es sumergirse en este mundo de los cantautores llenos de guiños, de autoreferencias, y talvés eso pueda producir cierto rechazo en el sentido que son elementos casi ostracistas. Pero al romper la dura cáscara del principio y ver el mundo que se alberga, uno se da cuenta que la espera vale la pena. Esta muchacha de Nevada, alumna de arpa clásica y dueña de una voz entre nasal y cálida, crea melodías, canciones que van a parar -como su video de "Sprout and Bean"- en un río que se dibuja y desdibuja en sus dedos que se pasean por este extravagante instrumento que es el arpa. Sin embargo, en su debut "The Milk-Eyed Mender" (2004), no sólo se presenta con su arpa, sino también con un piano muy "Honky-tonky", destartalado, que le da una sonoridad interesante y atractiva a sus composiciones.
Hay algo realmente mágico en esta cantautora entre sus rasgos apaches, y sus cautivadoras notas que va dulcemente esparciendo de su arpa. Una noche clara de estrellas entre tanta obscuridad de guitarras desesperadas por contar algo que, entre tanto ruido, no se comprende su mensaje. Acá tampoco el mensaje es claro, pero es, definitivamente, más dulce.