miércoles, 3 de enero de 2007

Artic Monkeys: Demasiado rápido, demasiado pronto



Los anglosajones, admitámoslo, son adelantados: usan ropa de calle antes, sacan sendas carreras universitarias a los 21 años (como historia-literatura-biología con mención en pedagogía), se desvirgan antes, y, claro, forman bandas antes que uno sueñe con comprarse una guitarra de palo. En Sheffield, Inglaterra nace esta banduja de granujas llamada Artic Monkeys. Y con un promedio de 19 años ya tiene un segundo álbum (Whatever People Say I Am, That's What I'm Not) en las bateas. Este álbum es realmente una bomba, tanto, que uno ya empieza a sentir un poco de lástima por ellos; si no generan una reinvención, colapsarán de tanta energía protoadolescente. Y es que la primera tanda de seis canciones es tan insuperablemente rugiente, poderosa, rockera, tan a la vena, que esa frenada en seco que es "Riot Van" jamás permite que el álbum vuelva a despegar. Por ganas no se queda, por algo el pastiche sonoro es tan juvenil; pero no vuelve a ser lo mismo. Como el primer campamento, el viaje de estudios o etc.
Artic Monkeys es una buena banda. Nada que negar. Pero también es necesario pensar como la hormiga que guardaba para el invierno. Y los inviernos musicales son más fríos que la nieve. Mucho más fríos.

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