miércoles, 3 de enero de 2007

Nancy Sinatra; avanzando con sus botas...



Si de por si misma ya es difícil la tarea de ser un cantautor en un mundo donde todos creen serlo, imaginen el estar a la sombra de uno de esos grandes, grandes. Como Frank Sinatra. Y ser mujer. Ser la hija de Sinatra le dejó a Nancy sólo una opción si también deseaba seguir esa ruta: crear su propia senda, un camino nuevo pero a la vez reconocible por cualquier mortal.
Nacida en un verano de 1940 (no saquen cuentas por favor), Nancy Sinatra estudió canto, danza y recursividad de la voz muy cercana a los deslumbrantes focos del estrellato. Comenzó como actriz en cine y televisión, descubriendo pronto que lo realmente suyo era la música.
Es una tarea titánica tratar de abarcar en tan pocas líneas el periplo poderoso de esta muchacha, además de absurdo. Es necesario recalcar solamente que Nancy Sinatra se para en sus dos pies enfundados en sus botas, y sabe cuando cantar como una pequeña y dulce sicodélica, y no perder jamás su idiosincrasia. En una época donde sólo Janis Joplin (entre las mujeres) podía cantar los blues, Nancy también se atrevió y sale tan airosa, tan brillante, que uno reconoce que hay algo de su mafioso padre. Pero en una sensibilidad tan femenina, tan Nancy que sólo queda tocar sus canciones como una brisa fresca, que ha venido soplando hace un par de décadas.

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