Debo admitir que la vertiente que nunca ha terminado de convencerme en música es el metal: pónganle el nombre que quieran, siempre termina dándome un dejo de monotonía, de canción eterna sin ningún matiz. Quizás estoy errado y no he escuchado lo necesario, pero no puedo evitar sentir este dejo de apatía frente a ese estilo cada vez que lo escucho. Incluso casi me arrepiento de haber escuchado algún tiempo a Iron Maiden -aunque Carcass sonaba bien, debo admitirlo. La única banda que se salvó de esos devaneos con el metal fue Crisis (gran, gran banda). En pleno 2006 me encuentro con un álbum como "Miastenia", viz debilidad muscular. La banda, Ovo, es como una gran cantidad de partidas falsas, o como una banda que muta dentro de un área; parte con 2 canciones que no hacen dudar que hemos vuelto al thrash. Sin embargo, a medida que avanzan las composiciones (y se alargan en tiempo) uno no sabe si la cosa es un poco doom, o la sicodelia, o la mismísima Diamanda Galas se deglutieron a la banda. Ovo en estricto rigor es un dúo italiano (Bruno Dorella y Stefania Pedretti). Deben trabajar desde el 2000. Algo sin duda siniestro los recorre -las vocalizaciones de Stefania son casi invocadoras- y uno vuelve a replantearse qué diablos es esto de los estilos. Probablemente no más que una etiqueta para poder seguir hablando, para avanzar, para continuar a nuestro ritmo contemporáneo, que no nos permite reflexionar más de lo necesario. OvO es una banda de metal en pleno siglo XXI; si eso una ventaja una desventaja o una muestra de que todo regresa, eso es algo para los que le importe. Me gustó esta bandilla, da confianza en el futuro de la música.
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